VIVIR ENTRE LIBROS, TRES HISTORIAS EN EL DÍA DEL BIBLIOTECARIO EN ATIZAPÁN DE ZARAGOZA
Vivir entre libros, revistas, documentos, organizarlos y darles sentido de ubicación, es parte del trabajo de un bibliotecario. Es la vida de Patricia, Graciela y Sandra, entre las tres, suman poco menos de 78 años de servicio en las diferentes bibliotecas del Ayuntamiento de Atizapán de Zaragoza.
En el Día del Bibliotecario, que se celebra cada 20 de julio, las documentalistas abren las puertas a lugares de conocimiento, lectura y aventuras que ofrecen la oportunidad de aprender y también sirven como aulas de alfabetización y educación.
El día laboral comienza a las 9 de la mañana cuando las tres trabajadoras abren las puertas de las librerías municipales donde laboran, como la Eva Sámano, José Vasconcelos y Juan Herrera Romo. Junto con la Joaquín Arcadio Pagaza, Profesor Cristóbal Higuera y Sor Juana Inés de la Cruz conforman los 6 recintos con los que cuenta la Dirección de Educación que resguardan un acervo general de más de 33 mil títulos.
Con casi 30 años de servicio, Patricia Hernández Pérez ha visto el cambio del uso de libros físicos a consultas a través de internet y la baja de usuarios que se contaban por cientos en un día y por miles cada mes.
“Antes, en sábados teníamos hasta 300 personas, en esta biblioteca (Eva Sámano), cabían unas 60 personas pero llegaba más gente y se iban formando, salía gente y entraba más. Los sábados para nosotros era muchísimo trabajo. Ahora bajó por el uso de internet”, reconoció.
Contó que sus inicios fueron en el área de intendencia. La promovieron a bibliotecaria, cuestión que la atemorizó porque sabía que tenía que usar máquina de escribir y realizar reportes, además de tener en orden cada estantería, pero con esfuerzo y empeño hoy es la trabajadora con más experiencia y una boibliotecaria certificada.
Historia diferente contó Graciela Murillo Rodríguez, quien tiene 27 años laborando como bibliotecaria. Contó que en este trabajo muchas veces se tienen que realizar labores de profesor, psicólogo o simplemente acompañantes receptivos que están ahí en las tareas e investigaciones.
“Aquí hay un mundo de conocimientos y sabiduría. Un libro te transporta. Me gusta mucho mi trabajo, auxilio a las personas en sus tareas, sus trabajos. Se siente uno muy satisfecho. A veces los usuarios te buscan para darte las gracias por el servicio que uno les da”, confesó.
Candidata a Reina de Atizapán en el año de 1978, Graciela tiene sus tareas escritas en la mente y sabe que debe llevar un proceso de registro de libros, sellarlos en la página 25 o 69. Dependiendo si el libro es menor de 69 hojas se sella en la 25, si es un libro más grueso, en la 69 para manifestarlo como parte de alguna biblioteca municipal, entre otras de sus labores para cumplir con las disposiciones de la Dirección General de Bibliotecas (DGB).
Con 21 años de labor, Sandra María Venegas García, también se desempeña como enlace con el gobierno federal y estatal, así como con la DGB. Destacó que hoy, algunas bibliotecas municipales ofrecen el servicio de internet para facilitar el trabajo de las y los visitantes.
Manifestó que en sus inicios, en el año 2001, su principal reto fue la ausencia de ruido, acostumbrar a sus oídos a la calma que se requiere para no turbar el trabajo y la lectura de los usuarios.
“Yo soy una persona que me gusta mucho el ruido, en especial la música y llegas a la biblioteca y es todo silencio, no hablas, casi caminas de puntas. Cuando ingresé, la afluencia de usuarios era mucha, no había internet, quien lo tenía lo tenía en casa y era caro”, destacó.
Tanto Patricia, Graciela y Sandra coinciden en que los cursos de verano es la parte divertida, es donde se logra captar a potenciales lectores y en tan solo tres semanas, se desarrollan aptitudes en los niños que suelen extenderse hasta tener estudiantes universitarios que comenzaron jugando y entendieron que los libros transportan, abren mundos y conocimientos.