Iztapalapa, CDMX.
Después de dos años de tener que celebrar la Semana Santa sin público debido a la pandemia, la comunidad de Iztapalapa en la Ciudad de México volvió a celebrar su tradicional viacrucis el pasado viernes.
La representación de los últimos días de Jesucristo comenzó a llevarse a cabo en 1843 como una promesa a Dios en respuesta a una epidemia de cólera que había afectado duramente a la región. Desde entonces, la representación se ha llevado a cabo cada año sin interrupción, incluso durante la pandemia del año pasado, aunque a puerta cerrada.
Este año, la representación volvió a ser abierta al público, aunque con medidas sanitarias y restricciones en cuanto al número de asistentes.
A pesar de que algunos entrevistados señalaron que la afluencia de personas no fue tan alta como en años anteriores, la alcaldía de Iztapalapa estimó que cerca de 2 millones de personas asistirían al evento.
El viacrucis comenzó al mediodía en la plaza principal de la ciudad, donde los actores se reunieron para la escenificación de la condena de Pilatos a Jesús. Bajo un sol abrasador, los actores recitaron cada uno de los pasajes de la Biblia en voz alta para el público.
La procesión del viacrucis se llevó a cabo por las calles de la ciudad, pasando por ocho colonias y finalmente llegando a la cima del Cerro de la Estrella, donde se encontraban las tres grandes cruces.
El joven que interpretó a Jesús este año, David Uriel, llevó una cruz de 90 kilos por las calles de la ciudad, y finalmente llegó a la cima del cerro para ser crucificado. La representación siguió fielmente el relato bíblico, y a medida que Jesús moría en la cruz, el público pudo escuchar el llanto inconsolable de la Virgen y de María Magdalena.
La representación concluyó con una canción celestial que resonó en toda la ciudad, dejando a los asistentes con una sensación de conmoción y reflexión sobre la historia de la Semana Santa y su significado en la actualidad.