Toluca, Méx.– El paso del huracán Otis dejó no solo devastación en su estela, sino también puso de manifiesto una alarmante falta de comunicación efectiva y protocolos de seguridad adecuados por parte de las autoridades mexicanas. La tragedia que se desencadenó podría haberse evitado, o al menos minimizado, con una adecuada anticipación y coordinación.
El caso de la familia Ortega Sánchez, de vacaciones en Acapulco, es representativo de la falta de información. A pesar de que habían estado en la costa durante varios días, nadie les informó sobre la inminente llegada de un huracán. De manera similar, Raymundo Ceja, que asistía a una conferencia en Acapulco, se enteró de la tormenta por las noticias en la televisión, no por alertas oficiales.
Los organizadores de la convención minera y los docentes que llevaban a sus estudiantes a la conferencia también compartieron sus preocupaciones sobre la falta de información y preparación. Nadie les advirtió sobre la proximidad de un huracán, mucho menos sobre su intensidad.
Las advertencias oficiales llegaron tarde y carecían de un sentido de urgencia. La Conagua informó sobre la tormenta, pero no hubo una comunicación adecuada y oportuna sobre la transformación de Otis en un huracán categoría 5.
En entrevista para el diario El Universal, Alberto Rodríguez, experto en Protección Civil, señala que la llegada de un huracán de esta magnitud era previsible. Los pronósticos y alertas tempranas están disponibles y deberían haberse activado. La falta de preparación y coordinación en todos los niveles de gobierno es evidente.
Los testimonios de turistas atrapados en Acapulco revelan la falta de protocolos de seguridad en los hoteles. Los huéspedes no fueron informados adecuadamente ni dirigidos hacia zonas seguras, lo que puso en peligro sus vidas.
En contraste, destinos turísticos como Cancún, La Paz y Los Cabos cuentan con protocolos estrictos de protección civil. Se han establecido comités internos de protección civil, y los hoteles colaboran estrechamente con las autoridades y tienen protocolos claros para afrontar situaciones de emergencia.
La reconstrucción de Acapulco deberá incluir el desarrollo de protocolos de seguridad y una comunicación efectiva para proteger a los turistas y residentes en el futuro. La falta de acción en esta área no solo es inaceptable, sino que pone en peligro vidas humanas.